Elon Musk frena su «America Party»: la apuesta estratégica por JD Vance para 2028

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Elon Musk frena su «America Party»: la apuesta estratégica por JD Vance para 2028

En un movimiento que redefine el tablero político estadounidense, Elon Musk ha puesto en pausa sus ambiciosos planes de fundar el «America Party». Según un reportaje exclusivo de The Wall Street Journal, el magnate opta por una estrategia de influencia desde dentro, dirigiendo su mirada—y su considerable chequera—hacia el vicepresidente JD Vance. Este giro táctico plantea una pregunta crucial: ¿qué significa este cambio de rumbo para el futuro de las elecciones de 2028?

La nueva estrategia: de líder de partido a mecenas político

El cambio de Musk no se anunció con un gran comunicado, sino que se ha filtrado como un reajuste silencioso de prioridades. La creación de un partido político desde cero ha pasado a un segundo plano, permitiéndole concentrarse en la gestión de sus imperios empresariales: Tesla, SpaceX y la plataforma X.

Un cambio silencioso pero significativo

La idea del «America Party» surgió en julio de 2025 como una respuesta directa a la ruptura muy pública de Musk con la Casa Blanca de Donald Trump. Era la materialización de su descontento, una promesa de una nueva fuerza política. Sin embargo, esa promesa se ha topado con la fría realidad de la estrategia y los mercados.

La apuesta por JD Vance

El plan B de Musk tiene nombre y apellido: James David Vance. El actual vicepresidente es ampliamente percibido en círculos republicanos como el principal contendiente para suceder a Trump y liderar al partido en la carrera por la Casa Blanca en 2028. Según el reporte, Musk no solo ha establecido contacto con el entorno de Vance, sino que habría ofrecido su apoyo financiero para una eventual campaña presidencial. Musk cambiaría así la fundación de un partido por la financiación de un candidato.

¿Por qué abandonar el «America Party»? Las razones tras la jugada de Musk

Detrás de esta decisión yace un cálculo frío y pragmático. Los allegados al multimillonario argumentan que su movimiento está guiado por una lógica estratégica ineludible.

Evitar dividir el voto republicano

El principal temor era que un «America Party», aun atrayendo a votantes desencantados, terminara por fracturar el voto conservador. En un sistema bipartidista como el estadounidense, un tercer partido viable suele actuar como un «spoiler», debilitando al candidato republicano y allanando el camino para una victoria demócrata. Musk, según sus cercanos, no quiere cargar con esa responsabilidad histórica.

Mantener una alianza poderosa

Esta decisión va de la mano con su acercamiento a Vance. Crear un partido rival habría significado declararle la guerra al ala de Vance dentro del GOP antes siquiera de poder establecer una alianza. Al descartar el proyecto, Musk se posiciona no como un adversario, sino como un aliado clave dentro de la estructura republicana existente.

La presión de los accionistas de Tesla

La racionalidad política se vio fuertemente reforzada por la presión económica. La idea del nuevo partido fue recibida con escepticismo y preocupación en Wall Street. La prueba más tangible fue la reacción del mercado: cuando Musk sondeó la idea en su plataforma X en junio de 2025, las acciones de Tesla se desplomaron más de un 20%. El mensaje de los accionistas fue claro y contundente: prioriza la empresa, no la política divisiva.

El origen del conflicto: la pelea Musk-Trump que lo inició todo

Para entender la magnitud de este giro, es necesario remontarse al evento que incendió la mecha. El detonante fue una profunda divergencia ideológica sobre el gasto público.

La «Ley del Gran Gasto»

El conflicto estalló con la aprobación en el Congreso del «One Big Beautiful Bill Act», una legislación que, según las estimaciones, aumentará la deuda nacional en 3,3 billones de dólares durante la próxima década. Para Musk, esta ley representaba la antítesis de todo por lo que había trabajado.

Una bofetada al trabajo de Musk

Durante su etapa al frente de un departamento de Eficiencia Gubernamental, Musk se había dedicado a identificar y eliminar el gasto superfluo, con el objetivo declarado de reducir el déficit. Esta nueva ley era, en su visión, un desmantelamiento completo de esos esfuerzos, un retorno a la vieja política del despilfarro.

La réplica de Trump y la pelea pública

La respuesta de Trump no se hizo esperar. Desde su cuenta en Truth Social, el expresidente descalificó a Musk, afirmando que había «perdido el rumbo» por considerar la creación de un nuevo partido. Esto desató un cruce público de declaraciones entre los dos titanes, marcando el punto de no retorno que llevó a Musk a anunciar su «America Party».

El impacto en el panorama político: alivio republicano y mirada al futuro

La decisión de Musk de plegar sus alas tiene implicaciones inmediatas para el panorama electoral estadounidense.

Un respiro para el GOP en las midterms de 2026

En el Partido Republicano se respira alivio. La amenaza de que Musk utilizara su vasta riqueza para financiar candidatos de un tercer partido que compitieran contra legisladores republicanos clave en las elecciones de medio término de 2026 ha quedado, al menos por ahora, neutralizada. Este escenario de división habría sido catastrófico para las ambiciones del GOP. De hecho, las proyecciones actuales de Polymarket para 2026 reflejan un escenario de equilibrio: se espera que los republicanos ganen el Senado, mientras que los demócratas conservarían la Cámara de Representantes.

Las odds de 2028: Vance como favorito

La apuesta de Musk por Vance parece alinearse con las expectativas del mercado. Las probabilidades de Polymarket, un termómetro utilizado para medir el sentimiento, posicionan al vicepresidente como claro favorito. Vance tiene actualmente un 53% de probabilidades de ganar la nominación republicana en 2028. Más significativo aún es su ventaja en la carrera general: con un 28% de probabilidades de llegar a la Casa Blanca, supera al demócrata mejor posicionado, Gavin Newsom, quien se sitúa en un 18%. Musk no estaría haciendo más que apostar por el caballo ganador.

Conclusión: ¿jaque al rey o solo una jugada retrasada?

El giro de Elon Musk de la confrontación directa a la influencia interna es una masterclass de pragmatismo. Ha intercambiado el riesgo elevado de un proyecto quijotesco por el papel de poder tras el trono, apostando por la figura ascendente de JD Vance. Sin embargo, según el reporte, sus allegados no descartan por completo que el fantasma del «America Party» pueda resucitar conforme se acerquen las midterms de 2026, usando la amenaza como una espada de Damocles para influir en la agenda.

Un dato final refuerza la narrativa de un perfil bajo táctico: tras su monumental donación de 250 millones de dólares a la campaña de Trump en 2024, Musk ha reducido drásticamente sus contribuciones políticas en 2025. Este reposicionamiento nos deja con una reflexión inquietante: en la era moderna, ¿el poder político no se ejerce siempre desde la tribuna de los partidos, sino también desde la sombra discreta de los cheques de los multimillonarios? El tiempo, y las elecciones de 2028, tendrán la respuesta.

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