La Ley GENIUS y la Deuda de EE.UU.: ¿Una Nueva Fuente de Demanda Estructural para los Bonos del Tesoro?
El 18 de julio de 2025, el presidente de los Estados Unidos promulgó la Ley Guiding and Establishing National Innovation for US Stablecoins, conocida como Ley GENIUS. Este marco regulatorio histórico, largamente esperado, promete poner fin a la zona gris en la que operaban las stablecoins, ofreciendo seguridad y claridad para los emisores y usuarios. Su objetivo declarado es fomentar la innovación en los pagos digitales dentro de un entorno seguro.
Sin embargo, surge una pregunta más profunda y estratégica: más allá de la regulación prudencial, ¿está este acto diseñando un mecanismo sofisticado para canalizar la creciente demanda global de dólares digitales directamente hacia la financiación de la deuda pública estadounidense? Este artículo explora la dualidad de la GENIUS, analizando tanto su texto como sus posibles consecuencias macroeconómicas no declaradas.
¿Qué es la Ley GENIUS? El Fin de la Zona Gris Regulatoria
La Ley GENIUS 2025 surge como respuesta a años de incertidumbre. Antes de su promulgación, las stablecoins operaban bajo un mosaico de regulaciones estatales y orientaciones federales ambiguas. El propósito central del acto es establecer un marco federal claro y seguro para las denominadas «payment stablecoins», definidas como tokens digitales referenciados al valor de una o varias monedas fiduciarias y destinados principalmente para su uso en pagos.
Los requisitos fundamentales para los emisores son estrictos y buscan garantizar la estabilidad y solvencia:
- Reserva 1:1: Obligación de respaldar cada token en circulación con activos de alta calidad y líquidos.
- Activos Permitidos: La ley especifica detalladamente en qué pueden invertirse estas reservas: efectivo, saldos en cuentas de la Reserva Federal, depósitos bancarios asegurados por la FDIC, Letras del Tesoro de EE.UU. de corto plazo, fondos del mercado monetario gubernamental y acuerdos de recompra (repos) garantizados por estos activos.
- Cuentas Segregadas: Los activos de reserva deben mantenerse separados de los fondos operativos del emisor.
- Canje a la Par y Transparencia: Los emisores están obligados a redimir los tokens por su valor nominal en dólares y a publicar informes periódicos de reservas auditados por terceros.
- Límites de Actividad: Se prohíbe a estos emisores dedicarse a actividades crediticias amplias o de negociación por cuenta propia. Su función se circunscribe esencialmente a la emisión, custodia y canje de los tokens.
Además, la ley establece un requisito de regulación «comparable» para los emisores extranjeros que deseen operar en el mercado estadounidense, buscando un nivel mínimo de estándares globales.
La Cara B de la Regulación: Cuestiones y Desafíos Pendientes
Sin embargo, la implementación de la Ley GENIUS no será un camino sencillo. Analistas del prestigioso Instituto Brookings han señalado varios desafíos operativos y de diseño que deberán resolverse. Entre los puntos críticos se encuentran los riesgos asociados a permitir depósitos bancarios no asegurados como parte de las reservas, el papel y la supervisión de grandes empresas tecnológicas o no financieras que puedan convertirse en emisoras, la ambigüedad práctica del estándar «comparable» para jurisdicciones extranjeras, y la capacidad real de los emisores para cumplir con las exigentes obligaciones de lucha contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo (AML/CFT) en un entorno digital y global.
Estas advertencias subrayan que, incluso con un marco legal, la estabilidad del sistema no está garantizada por defecto. Requerirá una supervisión constante y la resolución de complejos problemas técnicos y de gobernanza.
La Tesis Central: ¿Emisores como «Compradores Estructurales» de Deuda?
Más allá de estos desafíos operativos, analistas como Shanaka Anslem Perera ofrecen una lectura más profunda y estratégica de la ley. Perera argumenta que la GENIUS efectivamente transforma a los emisores de stablecoins en lo que en finanzas se conoce como «bancos estrechos» (narrow banks). Su rol principal, bajo este marco, ya no es solo emitir un medio de pago digital, sino transformar la demanda global de dólares digitales en una demanda estructural y predecible de deuda pública estadounidense a corto plazo.
En sus propias palabras, la ley implica que «cada dólar digital acuñado se convierte en una compra legislada de deuda soberana de EE.UU.». El mecanismo es claro en la práctica:
- Flujo de Entrada: Ahorradores, inversores y empresas en mercados emergentes o con monedas volátiles compran stablecoins como USDC o USDT para protegerse de la inflación o acceder al sistema financiero dólar.
- Función de «Tubería»: Los emisores (como Circle, Tether y otros que se ajusten a la ley) reciben estos dólares y, para cumplir con la normativa, deben invertirlos casi exclusivamente en la lista de activos permitidos. Dada la búsqueda de rendimiento y seguridad, las Letras del Tesoro (T-bills) se convierten en el activo natural por excelencia.
- Beneficio para el Tesoro: Esto crea una fuente de demanda constante, automatizada y potencialmente masiva para la deuda del gobierno de EE.UU., lo que podría ayudar a financiar el déficit presupuestario a un costo menor (menores rendimientos) de lo que sería en otro caso.
El Riesgo Sistémico: Asimetría y la Sombra del CBDC
Este mismo diseño, sin embargo, contiene la semilla de un riesgo sistémico significativo. Perera lo denomina la «asimetría de canje». Mientras que en tiempos normales los flujos de entrada de capital hacia las stablecoins crean una demanda estable que presiona a la baja los rendimientos de los bonos, una crisis de confianza podría invertir el proceso de manera violenta y amplificada.
Investigación del Banco de Pagos Internacionales (BIS) ha demostrado que, en los mercados de criptoactivos, los flujos de salida de las stablecoins aumentan los rendimientos de los bonos del Tesoro entre 2 y 3 veces más de lo que los flujos de entrada los reducen. Imaginemos un escenario hipotético en 2026 o 2027, donde el mercado regulado de stablecoins alcance un billón de dólares. Una crisis de confianza que provoque una retirada del 40% de los fondos obligaría a los emisores a vender cientos de miles de millones de dólares en T-bills en cuestión de semanas para cumplir con las redenciones, desestabilizando potencialmente el mercado de deuda más importante del mundo.
Este escenario de crisis podría actuar como el catalizador definitivo para un dólar digital del banco central (CBDC). La pregunta política cambiaría radicalmente: ¿por qué rescatar el riesgo privado de los emisores de stablecoins si la Reserva Federal puede ofrecer un dólar digital nativo, totalmente seguro? El mandato de estabilidad financiera de la Fed podría forzar una intervención de emergencia, creando un respaldo estatal de facto al sistema y reavivando con fuerza el debate sobre la emisión de un CBDC como única forma de eliminar este riesgo de base.
Conclusión: Innovación, Demanda y el Dilema Final
La Ley GENIUS de 2025 representa sin duda un hito. Tiene el potencial de cumplir sus objetivos declarados: traer seguridad, claridad y eficiencia al incipiente mundo de los pagos con stablecoins, integrando la innovación digital en la arquitectura del dólar.
No obstante, su legado final puede ser mucho más trascendental. Lo que este análisis revela es un gran entrelazamiento: la política fiscal de EE.UU., la demanda global de un refugio monetario digital y el futuro mismo del dinero del banco central están ahora vinculados a través de este marco regulatorio.
Se abren así dos narrativas posibles para el futuro:
- El Camino Optimista: La GENIUS es una herramienta regulatoria inteligente que canaliza la innovación privada para fortalecer el sistema del dólar, creando una fuente estable y beneficiosa de financiación para el gobierno en un contexto de déficits persistentes.
- El Camino Crítico: La ley es la primera jugada en una partida de alto riesgo. Al institucionalizar el vínculo, también institucionaliza un nuevo vector de fragilidad financiera. Una crisis futura podría no solo desestabilizar los mercados, sino forzar la digitalización del dólar por parte de la Fed, redefiniendo el contrato social monetario.
La pregunta final para legisladores, economistas y ciudadanos es si la Ley GENIUS es, en esencia, una ley de innovación financiera o, de manera más fundamental, una ley de política fiscal y monetaria disfrazada. La respuesta definirá no solo el futuro de las criptomonedas, sino también la naturaleza de la hegemonía del dólar en la era digital.














