Arthur Hayes denuncia el RMP de la Fed: “Es QE disfrazado y es bueno para Bitcoin”
¿Está la Reserva Federal imprimiendo dinero de nuevo, pero bajo un nombre técnico y menos escrutado? Arthur Hayes, cofundador de BitMEX y una voz influyente en la intersección entre macroeconomía y cripto, ha planteado esta pregunta incómoda en un reciente análisis. En un ensayo publicado en su plataforma, Hayes argumenta que el nuevo programa de “Reserve Management Purchases” (RMP) de la Fed no es más que Quantitative Easing (QE) rebautizado, una maniobra con profundas implicaciones inflacionarias que, en última instancia, beneficia a activos de oferta escasa como Bitcoin. Este artículo desglosa su tesis, explica el mecanismo del RMP y explora por qué la política monetaria de 2025 podría ser un viento de cola estructural para la criptomoneda líder.
El RMP de la Fed: ¿Operación técnica o expansión monetaria encubierta?
En diciembre de 2024, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) anunció un recorte de tasas de interés de 25 puntos básicos. Casi en paralelo, la Reserva Federal inició un programa denominado “Reserve Management Purchases” (RMP). Su objetivo oficial, según el presidente Jerome Powell, es puramente técnico: mantener una “oferta amplia de reservas” en el sistema bancario para asegurar su funcionamiento fluido, especialmente ante presiones estacionales como los pagos de impuestos.
En la práctica, el RMP implica que la Fed compre valores del Tesoro a corto plazo (T-bills), inyectando así liquidez. En su primer mes, este programa movilizó aproximadamente 40 mil millones de dólares.
Las autoridades insisten en que estas operaciones están estrictamente separadas de la política monetaria y no constituyen un estímulo. Sin embargo, esta distinción es precisamente la que Arthur Hayes cuestiona, viendo en estos movimientos una estrategia familiar con un nuevo envoltorio.
Arthur Hayes desmonta el RMP: “Es la forma de la Fed de cobrar los cheques del gobierno”
El argumento central de Hayes es contundente: el RMP es QE disfrazado. Su mecánica es esencialmente idéntica: la Reserva Federal crea dinero electrónico para comprar deuda gubernamental, aumentando la base monetaria y la liquidez en el sistema financiero. La clave, según él, está en el propósito y la narrativa.
Hayes sostiene que, al reciclar liquidez a través de los mercados monetarios, la Fed está facilitando indirectamente el financiamiento del gasto público. En sus propias palabras: “El RMP es una forma apenas disfrazada para que la Fed cobre los cheques del gobierno. Esto es altamente inflacionario…”. Al utilizar un término técnico como “gestión de reservas”, la institución evitaría el estigma político y la atención pública que conlleva la etiqueta de “Quantitative Easing”, asociada a la expansión monetaria masiva post-2008.
Las consecuencias de esta política, en la visión de Hayes, son claras: genera inflación financiera (elevando el precio de activos como acciones y propiedades) y, con el tiempo, inflación en bienes y servicios reales. Este proceso efectúa una transferencia de riqueza: beneficia a quienes poseen activos, mientras erosiona el poder adquisitivo de quienes dependen de salarios fijos. Hayes lo expresa de forma cruda: “Desafortunadamente, aquí y ahora para la mayoría de la humanidad, la impresión de dinero destruye su dignidad como humanos productivos.”
La lógica de los activos escasos: Un refugio frente a la expansión fiduciaria
¿Dónde encaja Bitcoin en este panorama? Para Hayes y para una parte fundamental de la filosofía detrás de las criptomonedas, la respuesta es lógica. Cualquier forma de expansión monetaria —ya se llame QE, RMP o cualquier otro acrónimo— devalúa la moneda fiduciaria. En este contexto, los activos con una oferta limitada o predecible se convierten en refugios naturales, ya que no pueden ser “impresos” a voluntad por un banco central.
Bitcoin, con su oferta máxima fija en 21 millones de unidades y su naturaleza descentralizada, encarna perfectamente este principio de escasez digital. El oro y la plata juegan un papel análogo en el mundo físico. Hayes es explícito sobre su postura personal como inversor: “Amo el QE porque significa impresión de dinero, y afortunadamente poseo activos financieros como oro, acciones mineras y Bitcoin que suben más rápido que el ritmo de creación de dinero fiduciario.” En esencia, el RMP, al ser interpretado como otra faceta de la impresión monetaria, refuerza el caso de inversión a largo plazo de Bitcoin como una cobertura contra la devaluación de las divisas tradicionales.
El panorama de la Fed: Pausa, recortes y un cambio de liderazgo en el horizonte
El contexto inmediato de 2025 añade capas de complejidad a esta narrativa. Tras un repunte inicial tras el anuncio del recorte de diciembre, Bitcoin cotiza alrededor de los 87.300 dólares, mostrando cierta consolidación. Las expectativas del mercado, según datos de plataformas de predicción como Polymarket, sugieren una pausa cautelosa por parte de la Fed.
El mensaje mixto de Powell —combinar un recorte de tasas con la insistencia en que el RMP es solo una operación técnica— podría estar limitando un rally sostenido de Bitcoin a corto plazo, al generar incertidumbre sobre la verdadera dirección de la política monetaria.
Sin embargo, el horizonte apunta a cambios significativos. El mandato de Jerome Powell al frente de la Fed concluye en mayo de 2026. El presidente Donald Trump ha manifestado su deseo de nombrar a un sucesor que impulse recortes de tasas más agresivos. Un nombre que suena con fuerza es el de Kevin Hassett, ex director del Consejo de Asesores Económicos. Un cambio en el liderazgo de la Fed hacia una postura más “dovish” (flexible) en 2026 podría reactivar con fuerza el ciclo de expansión monetaria, un escenario que históricamente ha avivado el interés por Bitcoin como cobertura macroeconómica.
Más allá del precio diario: Entender la política monetaria es clave
La tesis de Arthur Hayes sobre el RMP sirve como un recordatorio crucial para la comunidad de inversores en cripto: las decisiones que se toman en los pasillos de la Reserva Federal tienen un impacto profundo y directo en la liquidez global y, por extensión, en los activos de riesgo como Bitcoin. Su análisis refuerza la narrativa de fondo que sostiene a Bitcoin no solo como una innovación tecnológica, sino como una potencial reserva de valor en un sistema financiero donde los mecanismos de expansión monetaria parecen perpetuarse, aunque cambien de nombre.
Para el inversor, la lección es clara: es esencial prestar atención no solo a los gráficos técnicos y las noticias del ecosistema, sino también al discurso de los bancos centrales, a los detalles técnicos de sus operaciones y al panorama político que define su liderazgo. En un entorno económico donde la política monetaria se vuelve cada vez más compleja y opaca, la transparencia preprogramada y la escasez absoluta de Bitcoin pueden revelarse como atributos más valiosos que nunca. La vigilancia macroeconómica, como demuestra el análisis de Hayes, deja de ser una opción para convertirse en una parte fundamental de la estrategia.















