Clear Street, el motor detrás del ‘boom’ de las tesorerías de Bitcoin, planea una OPV de $10-12 mil millones
El Financial Times ha revelado una noticia que resuena con fuerza en Wall Street y en el ecosistema cripto: Clear Street, una firma de infraestructura financiera prácticamente desconocida para el gran público, se prepara para una oferta pública de venta (OPV) que podría valorarla entre 10.000 y 12.000 millones de dólares. Este anuncio llega en un momento de notable volatilidad para los mercados digitales, marcado por una pronunciada corrección en el precio de Bitcoin.
La ambiciosa salida a bolsa de Clear Street es, en realidad, un síntoma revelador de la maduración —y las tensiones— de un sector financiero híbrido. Actúa como un espejo que refleja el auge, la popularización y ahora el primer gran estrés del modelo de negocio que la catapultó a la fama: las tesorerías corporativas de Bitcoin.
Este artículo analizará tres ejes fundamentales: el ascenso meteórico de Clear Street como underwriter estrella, la crisis del modelo de tesorería cripto que la hizo famosa y la ola de OPVs que está viviendo el sector en 2025.
¿Quién es Clear Street y por qué su OPV es tan relevante?
Fundada en 2018, Clear Street ha experimentado un crecimiento exponencial íntimamente ligado a un fenómeno financiero de la última década: la adopción de Bitcoin como activo de reserva corporativo. Su modelo de negocio clave ha sido actuar como underwriter o asegurador para empresas que emiten deuda o acciones con el objetivo principal de adquirir Bitcoin. En términos sencillos, un underwriter como Clear Street garantiza la colocación de esos valores en el mercado, asumiendo el riesgo y facilitando el capital que las empresas necesitan para ejecutar su estrategia.
Los casos de éxito que definen a Clear Street son emblemáticos. El más arquetípico es MicroStrategy. Clear Street ha participado como underwriter en múltiples ofertas de acciones y bonos convertibles que permitieron a la compañía, bajo el liderazgo de Michael Saylor, acumular aproximadamente 650.000 BTC. Saylor se convirtió en el popularizador global de la estrategia de «tesorería cripto».
Otro cliente destacado es Trump Media & Technology Group, donde Clear Street también actuó como asegurador y cuya empresa ha señalado planes para crear su propia reserva de Bitcoin. Solo en 2025, Clear Street ha asegurado transacciones por un volumen descomunal de 91.000 millones de dólares, incluyendo operaciones con figuras prominentes como Anthony Pompliano y Vivek Ramaswamy.
Los detalles de su propia OPV son igualmente impactantes. Con una valoración esperada de hasta 12.000 millones de dólares y con Goldman Sachs como banco líder, la operación podría anunciarse pronto, aunque una fuente sugiere que el precio final no se fijaría antes de enero de 2026. Es la culminación de una estrategia que la ha puesto en el centro de un boom financiero.
El modelo de tesorería cripto entra en una «fase darwiniana»
Sin embargo, el contexto actual del mercado en 2025 presenta un desafío existencial para el mismo modelo que impulsó a Clear Street. Bitcoin ha caído aproximadamente un 30% desde principios de octubre de 2025, y la acción de MicroStrategy, el buque insignia de la estrategia, se ha desplomado un 60% en los últimos seis meses. Este escenario está poniendo a prueba el mecanismo financiero que sostenía el círculo virtuoso.
Durante un bull run, el ciclo funcionaba a la perfección: el precio de BTC subía, el valor de las acciones de las empresas tesoro se disparaba (a menudo con una prima sobre el valor de sus reservas), lo que les permitía emitir más acciones a un precio favorable, comprar más Bitcoin y repetir el proceso.
Ahora, nos encontramos con el círculo vicioso: el precio de BTC baja, las acciones de estas empresas caen aún más (cotizando con descuento frente al valor de su BTC), y pierden la capacidad de emitir nuevo capital de forma rentable. El motor de crecimiento se detiene en seco.
Un análisis de Galaxy Research ha acuñado el término perfecto para describir este momento: la «fase darwiniana» para las empresas tesoro de Bitcoin. Su informe señala: «Para las empresas tesoro cuyas acciones habían servido como operaciones apalancadas con cripto, el cambio ha sido intenso… la misma ingeniería financiera que amplificó las ganancias ha magnificado las pérdidas».
Este modelo, en esencia, es profundamente cíclico y extremadamente sensible al precio del activo subyacente. La OPV de Clear Street llega, por tanto, justo cuando el producto estrella de su catálogo enfrenta su prueba de estrés más severa.
Más allá de Clear Street: el año de las salidas a bolsa cripto
La movida de Clear Street no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia más amplia. En 2025, el mercado de OPVs en Estados Unidos ha experimentado un repunte significativo, con aproximadamente 316 empresas que han salido a bolsa, recaudando cerca de 63.000 millones de dólares, la cifra más alta desde 2021.
Dentro del espacio cripto, esta fiebre por acceder al mercado público es palpable:
- Grayscale Investments presentó un formulario S-1 a la SEC el mes pasado para listar en NYSE.
- BitGo, la conocida firma de custodia, presentó su solicitud para cotizar en EE.UU. en septiembre.
- Gemini, el exchange fundado por los hermanos Winklevoss, hizo su debut en Nasdaq también en septiembre, poco después de presentar su documentación.
Esta ola de OPVs sugiere un intento colectivo del sector por legitimizarse ante el establishment financiero tradicional, captar capital institucional y ofrecer una vía de liquidez a sus inversores early-stage, incluso en un entorno de precios menos favorable para las criptomonedas.
Conclusión: Un termómetro para el futuro del sector
La próxima OPV de Clear Street es un evento que une estos tres hilos narrativos. Por un lado, representa el intento de capitalizar un éxito pasado extraordinario, construido sobre la base de un modelo financiero innovador. Por otro, se produce justo cuando ese modelo central —las tesorerías corporativas de Bitcoin— enfrenta su primera gran tormenta, entrando en la citada «fase darwiniana» que separará a las empresas con fundamentos sólidos de las meramente especulativas.
La operación servirá, sin duda, como un termómetro clave para medir el apetito real de los inversores tradicionales por empresas cuyo destino está intrínsecamente ligado a Bitcoin, pero en un contexto macroeconómico y de mercado notablemente más complejo.
Plantea una pregunta crucial para el sector: ¿Están Clear Street y otras empresas cripto cronometrando el mercado para aprovechar una ventana de oportunidad, o están demostrando una confianza estructural a largo plazo que trasciende los ciclos de precios?
Para el inversor, este momento invita a una reflexión profunda. ¿Representan estas OPVs oportunidades de acceso a un sector en proceso de maduración institucional, o son, por el contrario, señales de un posible pico de riesgo en la intersección entre las finanzas tradicionales y las cripto?
La respuesta podría definir no solo el futuro de Clear Street, sino la evolución de todo un modelo de negocio que ha redefinido la relación entre las corporaciones y el dinero digital.















