El dilema libio: ¿Por qué apagar los mineros de Bitcoin si la luz cuesta menos de $0.004?

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El dilema libio: ¿Por qué apagar los mineros de Bitcoin si la luz cuesta menos de $0.004?

El dilema libio: ¿Por qué apagar los mineros de Bitcoin si la luz cuesta menos de $0.004?

En noviembre de 2025, un tribunal de la ciudad libia de Zliten condenó a nueve personas a tres años de prisión. Su delito: operar una granja clandestina de minería de Bitcoin dentro de una fábrica de acero. Este caso, lejos de ser aislado, ilumina la paradójica realidad de un país sumido en apagones crónicos que, sin embargo, se convirtió en un actor sorprendente en el mapa global de las criptomonedas. En 2021, según datos del Cambridge Centre for Alternative Finance, Libia generaba aproximadamente el 0.6% del hash rate mundial de Bitcoin, superando a cualquier otra nación árabe o africana. Este artículo explora la fórmula perfecta que alimentó este boom clandestino—electricidad subsidiada y ambigüedad legal—, sus graves consecuencias para la ya frágil infraestructura nacional y el complejo dilema que enfrentan las autoridades en 2025.

La Fórmula Perfecta: Electricidad Subsidiada y un Vacío Legal

El costo de la energía en Libia: ¿La ventaja definitiva para minar Bitcoin?

El pilar fundamental del auge minero en Libia es un precio de la electricidad artificialmente bajo, uno de los más reducidos del planeta. Gracias a los masivos subsidios estatales al combustible, el kilovatio-hora (kWh) cuesta alrededor de $0.004. Este costo irreal crea una oportunidad de arbitraje energético irresistible: los mineros convierten esta energía, cuyo precio está muy por debajo de su valor de mercado real, en un activo digital valioso y globalmente comerciable. La ventaja es tan abrumadora que incluso equipos ASIC antiguos e ineficientes, considerados obsoletos en mercados con energía cara, pueden ser altamente rentables en suelo libio, atrayendo a operadores extranjeros con hardware de segunda mano.

Este escenario se vuelve más absurdo al considerar que, según la Compañía General de Electricidad de Libia (GECOL), el país pierde hasta el 40% de su electricidad generada debido a daños en la red y robos. Mientras los ciudadanos sufren cortes, una industria en la sombra florece alimentada por subsidios.

Un limbo regulatorio: Prohibido, pero no ilegal

El marco legal es tan frágil como la red eléctrica. En 2018, el Banco Central de Libia emitió una advertencia calificando las criptomonedas como “ilegales”, pero su foco estaba en el comercio y uso como moneda, no explícitamente en la actividad de minería. En 2025, persiste una ambigüedad crucial: no existe una ley específica que criminalice la minería de Bitcoin. Los procesamientos judiciales, como el de Zliten, se basan en delitos conexos: consumo ilegal de electricidad, importación no autorizada de equipos (bajo el Decreto 333 de 2022 que regula dispositivos de comunicación) o presunto lavado de dinero.

Este vacío contrasta con la prohibición total vigente en la vecina Argelia o el modelo de licencias intermitentes de Irán. En Libia, la fragmentación política posterior a 2011 ha creado un “arbitraje regulatorio” ideal, donde la falta de una autoridad central clara permite que operaciones en la sombra prosperen entre grietas legales.

Dentro del Boom Clandestino: Fábricas, Cemento y Redadas

La minería industrial en la Libia real: no son centros de datos, son naves industriales

Lejos de la imagen de centros de datos high-tech, la minería libia opera en la infraestructura industrial olvidada del país. Grandes granjas mineras se esconden en fábricas de acero abandonadas, almacenes y complejos fortificados en zonas industriales de Trípoli y Bengasi. Los operadores han desarrollado tácticas ingeniosas para evadir la detección, como cubrir los equipos con capas de cemento para difuminar su firma térmica y escapar de la vigilancia con drones equipados con cámaras infrarrojas.

La cronología de redadas muestra la escala y la respuesta estatal:

  • 2021: Pico estimado de actividad, con Libia aportando el 0.6% del hash rate global.
  • 2023: Una de las mayores incautaciones de África, con la detención de unos 50 ciudadanos chinos y la confiscación de aproximadamente 100,000 dispositivos.
  • Abril de 2024: Una redada en Bengasi se saldó con más de 1,000 dispositivos incautados, con ganancias estimadas en $45,000 mensuales.
  • Noviembre de 2025: La sentencia en Zliten marca un nuevo hito en la represión.

A pesar de estas operaciones, el verdadero desafío son los miles de equipos más pequeños operando en hogares y talleres, casi indetectables y que en conjunto representan una carga significativa para la red.

El Costo Real: Cuando los Mineros y los Hospitales Competen por la Luz

La carga invisible: ¿Cuánta energía consume la minería en la frágil red libia?

El impacto social es la cara más cruda de este fenómeno. Libia ha sufrido apagones de hasta 18 horas diarias, resultado de daños por conflictos, robos y una grave subinversión en infraestructura. En este contexto, la minería de Bitcoin actúa como una carga parasitaria. En su punto álgido, se estima que esta actividad consumía alrededor del 2% de la producción eléctrica nacional, equivalente a aproximadamente 0.855 teravatios-hora (TWh) al año.

Esta energía, en la práctica, se “desvía” de servicios esenciales. La percepción pública es de profunda injusticia: la ciudadanía soporta la oscuridad mientras los rigs de minería funcionan ininterrumpidamente. Las autoridades, como señaló Nadia Mohammed, una ingeniera de GECOL, temen que la carga constante y “siempre encendida” de estas operaciones pueda revertir las frágiles mejoras en la red, especialmente durante los picos de demanda del verano. Una sola granja industrial puede consumir tanta electricidad como una ciudad mediana, compitiendo directamente con hospitales, escuelas y hogares.

El Dilema Libio: ¿Regular, Gravar o Erradicar?

El debate en 2025: ¿Qué futuro tiene la minería de Bitcoin en Libia?

El país se enfrenta a un cruce de caminos. Por un lado, economistas y algunos analistas abogan por la regulación. Su argumento es pragmático: dado que la actividad existe a gran escala, es mejor legalizarla, medirla y gravarla. Esto podría generar ingresos muy necesarios en divisas extranjeras y crear empleo técnico para la juventud libia. El propio Decreto 333 de 2022, al intentar regular la importación de equipos, es un reconocimiento tácito de la magnitud del sector.

Por otro lado, las instituciones bancarias y los responsables de cumplimiento normativo presionan por una prohibición clara. Argumentan que la minería está intrínsecamente ligada al robo de electricidad, el contrabando de equipos y supone un riesgo elevado de lavado de dinero. El director de sistemas de Unity Bank advirtió en 2022 sobre el rápido crecimiento del uso de criptomonedas (estimado en unos 54,000 libios) y la urgente necesidad de normas más estrictas.

Este dilema libio refleja un patrón regional y global. Analistas del CSIS y de EMURGO África señalan que la combinación de energía barata e instituciones débiles se repite en Medio Oriente, África y Asia Central, donde la minería clandestina puede exacerbar crisis energéticas preexistentes. El verdadero reto para Libia en 2025 es trascender las redadas esporádicas y definir una política coherente: integrar la minería en una estrategia energética nacional reformada o movilizar los recursos necesarios para erradicarla de manera efectiva.

Conclusión: Un Espejo para los Estados Frágiles

La historia de la minería de Bitcoin en Libia es la crónica de una tríada perfecta: electricidad ultra-barata, ambigüedad legal aprovechada y una infraestructura nacional frágil. Pero trasciende el ámbito de las criptomonedas. Sirve como un espejo revelador para los estados con gobernanza fracturada, mostrando cómo los vacíos de poder pueden ser explotados por industrias globales ávidas de recursos, con un costo social directo y palpable para la población. El camino que finalmente tome Libia—ya sea hacia una regulación audaz o una represión total—se convertirá en un caso de estudio crucial para otras naciones que naveguen por la misma tormenta perfecta de energía subsidiada, crisis institucional y la tentación del oro digital. Ante una crisis energética, la pregunta final persiste: ¿es esta minería una oportunidad económica desperdiciada o simplemente un lastre insostenible?


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