La OCC da luz verde: Los bancos de EE.UU. ya pueden actuar como intermediarios en transacciones de criptomonedas en 2025
Un paso histórico acaba de materializarse en la intersección entre las finanzas tradicionales y el mundo digital. La Oficina del Contralor de la Moneda (OCC) de Estados Unidos ha emitido una carta interpretativa que autoriza a los bancos nacionales a facilitar transacciones de criptoactivos para sus clientes, actuando como «principales sin riesgo». Este anuncio, realizado en 2025, marca un antes y un después en la integración regulatoria de los activos digitales en el sistema financiero formal.
Pero, ¿qué implica realmente este cambio? ¿Estamos presenciando el puente definitivo entre dos ecosistemas que durante años han operado de forma paralela?
¿Qué autorizó exactamente la OCC? Entendiendo el modelo de «Principal sin Riesgo»
En términos prácticos, la OCC ha permitido que los bancos actúen como intermediarios o facilitadores en operaciones de compra y venta de criptomonedas. El mecanismo clave es el de «principal sin riesgo» (riskless principal).
Bajo este modelo, cuando un cliente ordena una compra, el banco ejecuta esa orden actuando como contraparte principal (es decir, le vende al cliente) y, de manera simultánea, realiza una operación de venta compensatoria con otro participante del mercado para cubrir su posición.
El detalle más significativo es que, en este esquema, el banco no necesita mantener los criptoactivos en su balance general. Esto es crucial, ya que reduce sustancialmente los requisitos de capital regulatorio y limita la exposición al riesgo de precio para la entidad financiera.
No se trata de una idea nueva; este modelo es ampliamente utilizado y aceptado en los mercados tradicionales de valores y bonos. La novedad radical es su extensión explícita a los criptoactivos. La OCC fundamenta esta decisión en los poderes bancarios generales definidos en 12 U.S.C. § 24, considerando esta actividad como parte de la «actividad bancaria» permitida.
Más Allá de la Autorización: ¿Por qué es Importante para Usuarios y Bancos?
Las implicaciones de esta guía son profundas y multifacéticas.
Para los clientes e inversores
Se abre la puerta a acceder a servicios de criptomonedas a través de entidades altamente reguladas y supervisadas, y cuyos depósitos están tradicionalmente asegurados por la FDIC. Como señala la propia carta, esto permite transaccionar criptoactivos «a través de un banco regulado, en comparación con opciones no reguladas o menos reguladas». Para el usuario promedio, esto se traduce en una percepción de mayor seguridad, legitimidad y, potencialmente, en una integración más fluida dentro de las aplicaciones y plataformas bancarias que ya utilizan.
Para los bancos
Se presenta una oportunidad de negocio clara en un «mercado en crecimiento», según la terminología de la OCC. Les permite retener y atraer a clientes que demandan exposición a activos digitales sin tener que migrar a exchanges o plataformas fintech especializadas. Es una herramienta para competir en un terreno que hasta ahora les estaba mayormente vedado por la incertidumbre regulatoria.
Para el ecosistema cripto en general
Este movimiento supone una potente inyección de legitimidad. Es una señal de madurez aceptada por uno de los reguladores bancarios más importantes del mundo, lo que podría catalizar una mayor adopción institucional y un incremento en la liquidez del mercado.
La Letra Pequeña: Condiciones y Riesgos que los Bancos Deben Gestionar
Es fundamental entender que esta carta interpretativa, aunque de un peso regulatorio enorme, no es una normativa vinculante ni una autorización automática. Es una guía que establece un marco, pero con condiciones estrictas.
En primer lugar, cada banco debe realizar su propio análisis para verificar que la actividad cripto específica que pretende ofrecer es legalmente permissible y se encuentra dentro de los límites de sus poderes estatutarios. En segundo lugar, y esto es crítico, deben establecer procedimientos robustos para gestionar todos los riesgos asociados, especialmente los operativos, de cumplimiento normativo (compliance) y de mercado.
El riesgo principal identificado por la OCC en este modelo es el riesgo de crédito de contraparte, específicamente el riesgo de liquidación o settlement risk (que una de las partes no cumpla con su obligación en la operación compensatoria). No obstante, la OCC adopta una postura pragmática al respecto, afirmando que «Gestionar el riesgo de crédito de contraparte es integral al negocio bancario, y los bancos tienen experiencia en gestionar este riesgo».
Cabe destacar que esta guía no cubre criptoactivos que sean considerados valores (securities), ya que la intermediación de estos por parte de bancos nacionales ya estaba contemplada en marcos anteriores.
Un Cambio de Rumbo: La Política Cripto en la Era Trump (2025)
Este anuncio no puede desligarse del contexto político-regulatorio actual. Durante los años previos, el sector cripto en Estados Unidos se quejaba de lo que denominaba «Operation Choke Point 2.0», refiriéndose a un supuesto aumento coordinado del escrutinio regulatorio durante la administración Biden que, en la práctica, dificultaba o «ahogaba» el acceso de las empresas cripto al sistema bancario tradicional.
La carta de la OCC representa un giro de 180 grados en esta postura, alineándose con la política más permisiva hacia los activos digitales prometida por el Presidente Donald Trump, quien asumió el cargo en enero de 2025. Este movimiento se enmarca en un esfuerzo federal más amplio por integrar el sector bajo un marco regulatorio claro en lugar de restringirlo.
La señal fue precedida, tan solo un día antes, por las declaraciones del jefe interino de la OCC, Jonathan Gould, quien afirmó que las empresas de cripto que busquen una carta bancaria federal deben ser evaluadas con los mismos estándares que las instituciones tradicionales, sin discriminación. Su mensaje fue claro y directo: «No hay justificación para considerar los activos digitales de manera diferente».
Conclusión: Un Puente Definitivo entre Dos Mundos
La barrera regulatoria que durante años separó a la banca tradicional de la intermediación en criptoactivos acaba de ser significativamente rebajada. La OCC no ha emitido un cheque en blanco, sino que ha delineado un camino con reglas claras, responsabilidades definidas y una advertencia explícita sobre la gestión de riesgos. El simbolismo, sin embargo, es poderoso: el pilar del sistema financiero occidental recibe el visto bueno para operar dentro del ecosistema cripto, bajo su propia supervisión y estándares.
El futuro inmediato plantea escenarios fascinantes. ¿Veremos en los próximos meses productos de inversión en criptomonedas integrados directamente en las aplicaciones de banca comercial al por menor? Este anuncio allana definitivamente el camino para que eso suceda.
Lo que estamos presenciando es la construcción acelerada de un puente entre dos mundos financieros, un proceso que promete mayor innovación, opciones para los consumidores y, potencialmente, un nuevo capítulo de convergencia y protección en el panorama financiero global.















