Paul Atkins, presidente de la SEC, afirma que «muy pocos tokens son valores»: ¿El fin de la era Gensler?
En un discurso que resonará en los pasillos de Silicon Valley y Wall Street por igual, Paul Atkins, el nuevo presidente de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), declaró en el Wyoming Blockchain Symposium de 2025 que «hay muy pocos tokens que son valores». Esta afirmación, aparentemente técnica, representa un terremoto regulatorio que marca un contraste radical con la postura de su predecesor y coincide con un impulso legislativo histórico en el Congreso. Estados Unidos parece estar al borde de una redefinición completa de su marco para los activos digitales.
La Declaración de Wyoming: Paul Atkins redefine qué es un valor en la era cripto
El escenario no podía ser más simbólico. Wyoming, un estado pionero en la integración de la tecnología blockchain, fue el lugar elegido por Atkins para esbozar la nueva hoja de ruta de la principal agencia reguladora de valores del país. Lejos de la ambigüedad que caracterizó a la SEC durante años, sus palabras fueron deliberadamente claras: «No podemos considerar los [tokens] en sí mismos como necesariamente un valor» y «el token en sí no es necesariamente el valor, y probablemente no lo sea».
Esta postura implica un cambio de paradigma en la aplicación del famoso Test de Howey. Bajo el mandato de Atkins, el enfoque ya no recaería en el activo digital *per se*, sino en las circunstancias que lo rodean. La pregunta clave será: ¿cómo se vendió? ¿Fue a través de una Oferta Inicial de Monedas (ICO) que prometía retornos basados en el trabajo de otros? ¿O es un token completamente descentralizado que funciona como parte de una red? Esta distinción crucial, impulsada por el «Proyecto Crypto» interno de la SEC, liberaría a la gran mayoría de los tokens de la pesada carga de ser clasificados como valores.
De «la gran mayoría» a «muy pocos»: El giro de 180 grados de la SEC
Para comprender la magnitud de este cambio, es necesario mirar atrás, apenas unos meses. Bajo el liderazgo de Gary Gensler, la SEC operaba bajo una premisa casi opuesta. Gensler afirmó en múltiples ocasiones que, en su opinión, «la vasta mayoría de los criptoactivos son valores». Esta interpretación expansiva del Test de Howey sirvió como base para una agresiva agenda de demandas y acciones coercitivas contra numerosos exchanges y proyectos de criptomonedas, creando un clima de incertidumbre y temor regulatorio.
La transición de poder en enero de 2025, con la renuncia de Gensler tras la toma de posesión de la nueva administración, el breve interinato de Mark Uyeda y la posterior confirmación de Paul Atkins, un conocido crítico de la postura anterior de la SEC, no fue solo un cambio de personal. Fue un cambio de ideología regulatoria. Lo que estamos presenciando no es una evolución, sino una revolución deliberada desde dentro del propio organismo.
Mientras la SEC actúa, el Congreso avanza: La Ley CLARITY y el impulso bipartidista
Este giro radical en la SEC no ocurre en el vacío. Es el reflejo de un movimiento más amplio que está teniendo lugar en el Capitolio. Mientras Atkins hablaba en Wyoming, el Congreso avanzaba de forma tangible hacia la primera gran ley de criptomonedas de la nación. La Ley CLARITY (Digital Asset Market Clarity Act), que busca delimitar claramente las competencias entre la SEC y la Comisión de Comercio de Futuros (CFTC), fue aprobada por la Cámara de Representantes en julio de 2025 y ahora aguarda su debate en el Senado.
La señal más alentadora es el emergente consenso bipartidista. El senador Tim Scott, presidente del influyente Comité Bancario del Senado, ha predicho que hasta 18 demócratas podrían apoyar la legislación. Este nivel de acuerdo trasciende las divisiones políticas tradicionales y subraya la urgencia percibida de actuar. Todos los ojos están puestos en el 2 de septiembre, fecha en la que el Senado vuelve del receso de verano y puede iniciar la carrera final para convertir este proyecto de ley en ley.
¿Qué significa este cambio para el ecosistema cripto?
Las implicaciones de este doble impulso —regulatorio y legislativo— son profundas. Para los proyectos de blockchain, significa la posibilidad de operar con una claridad jurídica que siempre habían anhelado, liberándose de la espada de Damocles de una demanda de la SEC. Para los exchanges, se traduce en reglas del juego definidas sobre qué activos pueden listar y bajo qué supervisión regulatoria. Para los inversores, tanto minoristas como institucionales, supone una reducción significativa del riesgo regulatorio, lo que probablemente inyectará una nueva oleada de confianza y capital al mercado.
No obstante, persisten interrogantes. ¿Cómo se aplicará este nuevo criterio de forma práctica? ¿Qué sucederá con los casos judiciales iniciados bajo la antigua doctrina? La transición requerirá una cuidadosa implementación. Sin embargo, el mensaje es inequívoco: el viento de cara se ha convertido en cola para la industria en Estados Unidos.
Conclusión: Un nuevo capítulo para la regulación cripto en EE. UU.
La declaración de Paul Atkins en Wyoming no es una mera opinión; es el anuncio de un nuevo orden regulatorio. Marca un punto de inflexión histórico que entierra la era de confrontación de Gary Gensler y abre la puerta a una de colaboración y claridad. Este cambio de rumbo interno de la SEC, potenciado por un impulso legislativo externo sin precedentes, posiciona a 2025 como el año en el que Estados Unidos pudo, por fin, abrazar el futuro de las finanzas digitales con un marco coherente y predecible. El camino hacia la adopción total aún tiene obstáculos, pero por primera vez, el destino final parece estar claro.
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