SBF y el indulto de Trump: La verdad detrás de sus millones a republicanos y demócratas
La reciente declaración de Sam Bankman-Fried (SBF) desde la cárcel, donde alabó al Partido Republicano y criticó a los demócratas, podría interpretarse como un giro de última hora para congraciarse con Donald Trump. Sin embargo, una mirada más profunda revela que esta no es una nueva estrategia, sino la culminación de un juego político dual que SBF ejecutó desde el principio. Mientras cumple una condena de 25 años por un monumental fraude financiero, su búsqueda de clemencia en 2025 saca a la luz una verdad incómoda: siempre financió masivamente a ambos bandos, aunque una parte crucial de sus donaciones se mantuvo deliberadamente en la sombra.
La jugada por la clemencia: SBF gira hacia Trump
La entrevista clave de febrero de 2025
En una declaración reveladora al New York Sun en febrero de 2025, SBF expresó su «decepción» con el Partido Demócrata, tachando a los republicanos de «mucho más razonables». Aunque se autodefinió como «centro-izquierda» y recordó su apoyo inicial a Biden sobre Sanders en 2020, el núcleo de su queja fue político-judicial. Criticó abiertamente al juez Lewis Kaplan, quien presidió su caso, señalando los vínculos del magistrado con el caso de E. Jean Carroll, donde se ordenó a Trump pagar 88 millones de dólares. Al señalar a un enemigo común, SBF traza un claro paralelismo con la narrativa de «lawfare» que el expresidente utiliza frecuentemente.
El precedente de Ross Ulbricht
Esta estrategia no surge de la nada. Donald Trump ya sentó un precedente al indultar a Ross Ulbricht, el fundador de Silk Road. Ulbricht, ahora libre, no solo es un símbolo de clemencia para la comunidad cripto, sino que se ha convertido en un activista que campaña públicamente por el indulto de otras figuras del sector, como Roger Ver. Este contexto es crucial para entender que la puerta para este tipo de solicitudes está, al menos, entreabierta.
El doble juego revelado: Millones en las sombras para los republicanos
La fachada demócrata: Donaciones públicas
La imagen pública de SBF era la de un megadonante progresista. En 2020, fue el segundo mayor donante individual para la campaña de Joe Biden, con 5,2 millones de dólares destinados a PACs afines. En el ciclo de 2022, sus desembolsos para causas demócratas rozaron los 40 millones de dólares, una cifra solo superada por George Soros. Esta faceta era bien conocida y alimentaba su percepción como un titán de la tecnocracia liberal. Como recogió el autor Michael Lewis en «Going Infinite», SBF veía a Trump como un «riesgo existencial», lo que justificaba públicamente su apoyo al bando contrario.
La red de donaciones «oscuras» a los republicanos
Pero tras esta fachada, existía una operación paralela y deliberadamente opaca. Para evitar el escrutinio de sus seguidores y la prensa, SBF canalizó millones a los republicanos a través de donaciones «oscuras». Los datos son elocuentes:
- Su empresa, FTX US (West Realm Shires Services), donó un millón de dólares al «Senate Leadership Fund» de Mitch McConnell y 750.000 dólares al «Congressional Leadership Fund» de Kevin McCarthy.
- Ryan Salame, co-CEO de FTX Digital Markets, actuó como un canal aún más generoso, destinando 24,5 millones de dólares a candidatos republicanos a través de la plataforma «WinRed», más 2,5 millones y 2 millones adicionales a los fondos de McConnell y McCarthy, respectivamente.
La anécdota más impactante, investigada por Lewis, sugiere que SBF llegó a considerar la legalidad de una transacción de 5.000 millones de dólares para persuadir a Trump de que no se presentara a las elecciones. Esto demuestra una visión cínica y transaccional de la política, muy alejada de cualquier ideología.
SBF no está solo: Roger Ver y la campaña por el indulto
El caso de «Bitcoin Jesus»
La situación de SBF no es aislada. Roger Ver, conocido como «Bitcoin Jesus», se encuentra en 2025 detenido en España a la espera de extradición a EE. UU. por cargos de evasión fiscal y fraude. En un video-manifiesto publicado en enero de 2025, Ver no solo pidió un indulto, sino que se declaró víctima de una «guerra jurídica» o «lawfare», un término que resuena fuertemente en el discurso de Trump y sus aliados.
El respaldo de Ulbricht
Aquí es donde la estrategia colectiva se hace evidente. Ross Ulbricht, desde su libertad, se ha erigido en un portavoz de esta causa. Su apoyo a Ver fue claro y contundente: «Roger Ver estuvo allí para mí… Ahora Roger necesita nuestro apoyo». Este respaldo no solo humaniza la campaña, sino que teje una red de solidaridad y presión pública que SBF probablemente aspira a emular.
Análisis: ¿Tiene SBF una oportunidad real de indulto?
Diferencias clave con el caso Ulbricht
A pesar de los paralelismos, los expertos son escépticos. William Livolsi, del White Collar Support Group, señala diferencias fundamentales. Ulbricht, aunque condenado a cadena perpetua, se convirtió en un mártir para una base libertaria muy activa, un grupo al que Trump quería cortejar. Su indulto cumplía una promesa de campaña. SBF, en cambio, recibió una sentencia de 25 años, su caso está en apelación y carece del mismo apoyo popular y simbólico. Las posibilidades reales de SBF se califican como «muy escasas».
La politización del caso como argumento
La última baza de SBF es argumentar que su juicio estuvo politizado por una administración demócrata hostil hacia las criptomonedas. Esta narrativa, aunque útil para alinearse con Trump, plantea una pregunta crucial: ¿constituye una base legal sólida para su apelación o es simplemente un guiño político desesperado que difícilmente convencerá a un presidente que valora, sobre todo, la lealtad y el beneficio político tangible?
Conclusión
La búsqueda de un indulto por parte de Sam Bankman-Fried en 2025 es el epílogo lógico de una carrera construida sobre la duplicidad. Su estrategia de financiar a ambos partidos por igual, ocultando sus vastas contribuciones republicanas, demuestra que su brújula nunca fue ideológica, sino puramente oportunista. La ironía final es que, a pesar de haber invertido decenas de millones en comprar influencia en todo el espectro político, sus posibilidades de obtener clemencia parecen remotas. Su caso queda así como una advertencia sobre los límites del poder financiero y como un último y desesperado movimiento en el juego de ajedrez que siempre creyó poder controlar. El tiempo dirá si este giro retórico mejora su situación legal o simplemente sella su legado como un maestro del doble juego que perdió su partida más importante.