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¿Son los TGE el principio del fin para las nuevas blockchains?

En la jerga cripto, un Token Generation Event (TGE) se presenta como el gran lanzamiento, el despegue definitivo de un proyecto blockchain tras años de desarrollo. Es el momento en que la promesa se convierte en un activo negociable. Sin embargo, una mirada crítica al panorama actual revela una paradoja alarmante: para un número creciente de proyectos, el TGE no es el inicio de la travesía, sino su evento final.

Del despegue al abandono: La promesa rota de los TGE

Lo que debería ser un punto de partida se está convirtiendo en el «endgame», dejando tras de sí ecosistemas vacíos, comunidades desilusionadas e inversores perjudicados. El fenómeno se caracteriza por valoraciones infladas y una oferta circulante mínima que enmascara el riesgo real. Como señaló Brian Huang de Glider, «Es un ciclo interminable… una cadena nueva se vuelve irrelevante, el talento se va…».

La tormenta perfecta: Oferta circulante baja, AMMs y desbloqueos de vesting

El mecanismo del fracaso está, a menudo, codificado en el diseño mismo del lanzamiento. Muchos proyectos optan por una estrategia de «low float», liberando una fracción mínima del total de tokens para crear una escasez artificial. En este escenario, los creadores de mercado automatizados (AMMs) pueden mantener una estabilidad de precio engañosa.

El verdadero desafío surge con el «vesting», el periodo de desbloqueo gradual de los tokens de fundadores e inversores iniciales. Tras un pico inicial de precio impulsado por el hype, la llegada masiva de estos tokens al mercado ejerce una presión vendedora constante e insostenible. Un análisis de Messari ya mostraba que los tokens con una alta asignación a «insiders» tendían a un rendimiento significativamente peor, un patrón que se ha agudizado.

Abandono post-TGE: Los casos de Story Protocol y Aptos

Los ejemplos concretos ilustran este patrón de manera elocuente. Jason Zhao, cofundador de Story Protocol, abandonó su rol de tiempo completo aproximadamente seis meses después del TGE, una fecha que coincidió con el «cliff» o periodo de carencia común en los acuerdos de vesting. Aunque el proyecto lo negó, la percepción de abandono tras acceder a la liquidez caló hondo.

Otro caso emblemático es el de Mo Shaikh, quien renunció como CEO de Aptos, más de dos años después del lanzamiento. Si bien no fue una salida inmediata, su partida siguió a un masivo desbloqueo de tokens, alimentando la narrativa de que los hitos de liquidez marcan puntos de escape. Como explica Sterling Campbell de Blockchain Capital, no siempre se trata de «mala fe»; la fatiga del fundador y los incentivos desalineados son factores clave.

Saturación en el mercado: ¿Hay espacio para más L1s y L2s?

Esta dinámica plantea una pregunta fundamental: ¿realmente necesitamos tantas blockchains nuevas? La avalancha de TGEs para nuevas capas 1 (L1) y capas 2 (L2) sugiere un mercado sobresaturado.

Annabelle Huang de Altius Labs argumenta que la industria ya no necesita más blockchains de propósito general que compitan directamente con Ethereum o Solana. En su lugar, el futuro está en redes especializadas para casos de uso específicos. El éxito de proyectos que primero construyeron una aplicación con utilidad real y luego desarrollaron su propia cadena contrasta fuertemente con los numerosos L1s que lanzan sin una «killer app».

El desafío del inversor minorista: Entre la ilusión y la presión vendedora

El costo de este ciclo recae desproporcionadamente sobre los inversores minoristas que apuestan a largo plazo. La salida temprana de un fundador daña irremediablemente la confianza y la moral de la comunidad. Pero el problema es sistémico y cuantificable. Un reporte de Binance Research destacaba que $155 mil millones en tokens estaban por desbloquear hasta 2030. Esta oferta constante, sin una demanda equivalente, ejerce una presión vendedora persistente.

Hacia un nuevo modelo: Del evento de liquidez al ecosistema sostenible

En conclusión, el modelo actual de TGE funciona predominantemente como un evento de liquidez para inversores iniciales y equipos fundadores, más que como un mecanismo sólido para financiar ecosistemas sostenibles. El ciclo de valoraciones infladas y salidas estratégicas persistirá a menos que la lógica fundamental cambie.

La clave ya no está en el hype del lanzamiento, sino en demostrar una utilidad duradera y un crecimiento orgánico posterior al TGE. El futuro de la web3 dependerá de que los proyectos prioricen la construcción de valor real y el desarrollo comunitario por encima del exit financiero rápido. La sostenibilidad debe primar sobre la liquidez inmediata.

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