Stablecoins en Euros: La Solución Clave para Frenar la Dólarización en la UE en 2025

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Stablecoins en Euros: La Solución Clave para Frenar la Dólarización en la UE en 2025

El mercado de stablecoins ha experimentado un crecimiento sin precedentes, dominado abrumadoramente por las monedas respaldadas en dólares. Esta tendencia ha encendido las alarmas en el Banco Central Europeo (BCE), que observa con preocupación cómo la adopción masiva de estos activos digitales extranjeros podría erosionar la soberanía monetaria de la Unión Europea. Este artículo analiza cómo los stablecoins denominados en euros emergen como una herramienta fundamental para contrarrestar este fenómeno, al tiempo que examina las perspectivas de los emisores privados europeos y las limitaciones que presenta el proyecto de euro digital del BCE.

La Preocupación del BCE: Dólarización y Riesgos Sistémicos

Las advertencias desde Frankfurt son claras y contundentes. Jürgen Schaaf, asesor del BCE, ha señalado que la creciente adopción de stablecoins en dólares por parte de ciudadanos y empresas de la UE podría debilitar significativamente el control monetario europeo. «Los usuarios buscan seguridad o ventajas de rendimiento no disponibles en instrumentos en euros», afirmó recientemente Schaaf, destacando las inquietantes similitudes con procesos de dólarización observados en economías emergentes.

Esta preocupación se amplía al considerar los riesgos sistémicos. Olaf Sleijpen, del Banco Central de los Países Bajos, ha alertado que si los stablecoins en dólares alcanzan una escala «sistémicamente relevante», un evento de pánico podría forzar al BCE a redefinir su política monetaria para contener el daño financiero. Las cifras hablan por sí solas: el mercado global de stablecoins supera los 300 mil millones de dólares, con un 99% de esta cantidad denominada en dólares, mientras que los stablecoins en euros apenas representan 350 millones de euros (aproximadamente 405 millones de dólares).

La Visión de los Emisores Europeos: Oportunidades y Desafíos

Para comprender esta disparidad, es esencial analizar los orígenes de la dominancia del dólar. Gísli Kristjánsson, CEO de Monerium, explica que «la adopción inicial fue impulsada por exchanges de criptomonedas que no tenían acceso al sistema bancario tradicional», estableciendo al dólar como el «activo de referencia» para los operadores del ecosistema digital.

Sin embargo, el potencial de los stablecoins en euros permanece subexplorado. Los obstáculos actuales incluyen la falta de casos de uso reales más allá de la especulación. Las proyecciones para 2026 sugieren oportunidades significativas en pagos comerciales y en la conversión de salarios denominados en dólares a euros digitales. Como señala Kristjánsson, «un ecosistema robusto de stablecoins en euros es la estrategia más efectiva para contrarrestar la dólarización», siempre que se desarrollen aplicaciones prácticas que demuestren su utilidad cotidiana.

¿Por Qué No Apuestan Todos por el Euro Digital (CBDC)?

El proyecto de euro digital, en desarrollo desde 2020 y cuya presentación al Parlamento Europeo está prevista para 2026, busca reducir la dependencia de proveedores no europeos y unificar los sistemas de pago. No obstante, los emisores privados han expresado serias reservas sobre esta iniciativa.

Andrew MacKenzie, de Agant, critica la «funcionalidad limitada de los CBDC» y su falta de accesibilidad y transferibilidad global, advirtiendo sobre los riesgos de burocracia y debates políticos prolongados. Kristjánsson añade que la fecha de lanzamiento estimada para 2029 resulta «demasiado tardía» dada la velocidad de la innovación financiera, y cuestiona la incertidumbre tecnológica —especialmente sobre si utilizará blockchain o sistemas propietarios— junto con los límites de tenencia que podrían restar escalabilidad al proyecto. Este escepticismo surge en un contexto donde 105 países exploran activamente sus propias monedas digitales de banco central, según el Atlantic Council.

Cooperación entre Bancos Centrales y Emisores Privados

Lejos de representar posturas irreconciliables, existe un terreno fértil para la colaboración entre ambos modelos. Los stablecoins privados mantienen una vinculación inherente con el sistema bancario tradicional a través de sus reservas en depósitos. Propuestas como la del Banco de Inglaterra, que sugiere proporcionar liquidez a emisores de stablecoins, ilustran posibles sinergias. Como afirma MacKenzie, «los bancos centrales seguirán teniendo un papel clave en la infraestructura financiera», independientemente del formato que predomine.

El futuro de la soberanía monetaria europea dependerá críticamente del desarrollo de dinero digital, ya sea a través de stablecoins privados supervisados o mediante el CBDC emitido por el BCE. La complementariedad, no la competencia, podría ser la clave del éxito.

Conclusión

Los stablecoins en dólares representan un riesgo tangible para la autonomía de la política monetaria del BCE. Frente a este desafío, los stablecoins en euros emergen como una alternativa viable, aunque requieren un desarrollo urgente de casos de uso más allá del ámbito especulativo. Paralelamente, el euro digital enfrenta críticas justificadas sobre su lentitud de implementación y limitaciones técnicas potenciales.

El camino a seguir exige fomentar decididamente la innovación en el ecosistema europeo de stablecoins mientras se exploran modelos de colaboración entre los sectores público y privado. La soberanía financiera de Europa en la era digital depende de su capacidad para ofrecer alternativas eficientes, seguras y atractivas en su propia moneda.

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